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El suicidio en los adolescentes

El suicidio en los adolescentes

Hace unos días me comentaba una profesora de instituto, que estaban muy preocupados  por algunos casos de intentos de suicidio que se habían dado en su centro escolar. Adolescentes desesperados que no encontraban otro recurso al dolor de su existencia y que con una llamada a la muerte sellaban entonces un destino sin salida.

¿Que pasa en esta etapa de la vida que dispara esa opción como una salida a la angustia, difícil de saldar de una manera más viable cuando ese afecto desborda y apunta a una radicalidad absoluta?

Convengamos que hay factores de riesgo en ciertos ambientes sociales, facilitadores de este fatal desenlace. Familias caóticas, alcohólicas y conflictivas, maltratos de diversa índole, patologías severas, etc son un caldo de cultivo para que esto se produzca, porque deja al adolescente completamente desamparado; no hay nadie a quien recurrir y entonces en algunas circunstancias el empuje del pensamiento se convierte en acto.

Sin embargo no siempre es suficiente un empuje al acto por entornos de riesgo; tienen que haber otros elementos que se conjuguen, para que este terrible desenlace se produzca.

Hay momentos en la vida que nos hacemos pregunta por la existencia; y eso ocurre en esta etapa de cambio tan abrumador, y por supuesto en otros momentos vitales en el recorrido de nuestra vida.

Sin embargo la adolescencia merece ser pensada como un momento donde todos los recursos que traíamos con nosotros ya no son suficientes, no bastan para explicar que nos sucede.

Es un momento de angustia vital, y como tal, podemos decir muy perturbador, en un sentido similar al del desamparo originario que se ve envuelto el ser hablante cuando viene al mundo;  del que por supuesto no podemos testimoniar, pero que entendemos como una época inaugural y traumática en donde se va a jugar la partida del mundo.

En este tiempo lógico de la adolescencia, también se juega una partida. El joven comienza un trabajo psíquico fundamental; tiene que construir su lugar en esta nueva coyuntura, debe hacer nuevas elecciones , pues no le sirven las de la infancia, el cuerpo pide otra cosa, sensaciones nuevas le habitan.

Es decir, parte prácticamente de cero para construir su posición frente a la vida; por eso la afluencia de temores, miedos, duda,  inhibiciones y  síntomas.

El adolescente siente que ya nada le encaja y se ve forzado a asumir una nueva posición subjetiva; es decir, se ve llamado a construir una especie de modelo, de fórmula de vida para poder continuar, porque debe recuperar “un sentimiento de la vida”, que en el recorrido de este proceso se convierte en extraño y desconocido para el propio sujeto.

Frente a esta etapa tan crucial, podemos pensar escenarios que podemos ubicar en dos extremos.

Uno donde el joven con sus recursos encuentre nuevos proyectos, nuevos intereses, una pasión, el apoyo en otros para interpelar, amar, idealizar, y con ello reinventarse, escenario este más común, o por el contrario en el peor de los casos, encontrarse con un panorama desolador, de un desierto de recursos simbólicos, sin la posibilidad de construir respuestas, y por tanto sin poder restituir ese “sentimiento de la vida”; “ese o esa soy yo”.

Cuando esto último ocurre, se produce en el adolescente un sentimiento de angustia que lo excede y desborda, no encuentra soporte simbólico y por lo tanto las respuestas dejan de ser un instrumento viable y lo que viene a ese lugar con bastante frecuencia es el acto. El acto como una respuesta a lo que no puede soportar; a veces un acto dirigido a otra persona, por ejemplo un acto de violencia hacia un adulto o un par; a veces un acto dirigido contra sí mismo; es decir, el suicidio.

La OMS nos informa que el suicidio es la segunda causa de defunción en grupos entre 15 a 29 años.

Este dato mayor no es para menospreciar, es para pensar estrategias que posibiliten anticipar aquello que normalmente da señales; es raro que sea de un día para otro, generalmente hay avisos. Afinemos el oido, y demos cabida a la escucha y tal vez otra salida podamos ofrecer; la de ayudar a construir una estructura con los propios recursos que tiene cada adolescente; una estructura, un soporte, ahí donde eso fracasó.

 

Ruth Pinkasz

rpinkasz@gmail.com

 

Artículo publicado en el Diario Información el 14 de Marzo 2020

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