Es curioso cómo a veces la vida se divide entre el sí y el no. Una división imaginaria a veces subjetiva que marca la diferencia y enfrenta grandes cambios. El famoso “si, quiero” o aquel “no te quiero” que daría lugar a dos elecciones de vida muy diferentes.

Sin olvidar, el “no es no” que fue campaña de los ayuntamientos de toda España con el fin de prevenir y erradicar la violencia en contra de la mujer. Dos simples monosílabos que evidencian y cuestionan la gran parte de las decisiones.

Sigmund Freud plantea un interesante cuestionamiento en 1925 donde en su texto “Negación” retoma el hecho de que el inconsciente no conoce el principio de contradicción.  Y, en cada «sí» que un humano enuncia, hay un «no» protectoramente camuflado. Y viceversa. Ojo, esto no querrá decir que cada afirmación que realicemos en la vida contenga una negación inconsciente. No sé trata de generalizar, sino de poder pensar más allá detrás de ciertas decisiones que a veces tenemos muy claras, pero que en realidad representan conflictos inconscientes.

Desde la esencia más simple del psicoanálisis, partimos de la base de que hay algo de nosotros mismos que no conocemos. Ese algo que se encuentra de forma inconsciente y que en muchas ocasiones dan lugar a conductas o comportamientos de los cuales no podemos dar cuenta. Ya citaba anteriormente la dificultad que encuentra el sujeto de aquello a separarse de lo que le hace mal, al igual que no poder explicar ciertas acciones que fueran llevadas a cabo tras algún acto determinado.

La negación permite dar cuenta de aquello que se encuentra reprimido, de hecho en cierto modo vislumbra a una incipiente conciencia de lo reprimido. Freud nos trasladará un ejemplo muy significativo de este hecho donde en sesión con uno de sus pacientes indicará “Me pregunta usted quién puede ser esa persona del sueño. Mi madre, desde luego, no”. El psicoanalista -pero también cualquiera que no sea imbécil- sabe que es, con seguridad, su madre. A lo largo de una análisis tendemos a dar lugar a esta variante importantísima de esta situación. Habrá que darle cabida entonces a esa madre del sueño, al igual que traer los recuerdos infantiles que dan consistencia a ese posible síntoma. Por medio de esa primera negación y dandole la vuelta a la misma conseguimos vencer e imponer una aceptación intelectual de lo reprimido.

Esta paradoja que divide al sujeto, enmarca en una variedad de ocasiones ciertos cuestionamientos que ahondan en cosas tan simples que dan lugar al alivio más inmediato. Recientemente en sesión escuchaba a un paciente con una queja continua hacia su partenaire, reiteraba que lo último que quería era separarse de ella, ya que dicha separación únicamente le ocasionaría sufrimiento. Siendo la respuesta de la analista la contraria a la esperada por el paciente. Con énfasis le dijo  “lo que tu realmente quieres es separarte”. Esto creó un cierto desconcierto en el paciente, pero a la sesión siguiente se había instalado un cierto alivio ante el conflicto que le cuestionaba. El mismo paciente pudo entender que conocer este deseo reprimido pudo aliviar un síntoma de ansiedad latente.

Por lo que en cierto modo, cuestionar un sí o un no en determinadas ocasiones realmente lleva más complicaciones de las que podemos dar cuenta de una manera consciente. Nadie dijo que fuera tarea fácil hacer un análisis de lo reprimido, ni encontrarse con aquello de uno mismo que no queremos ver. Pero a veces jugar a darle el reverso a las cosas no es otra cosa que dotar de alivio al sujeto. Nadie quiere saber que aquel chico que tanto te gustaba, realmente no te quería, pero lo peor es que algo sabías. Y solo con el paso del tiempo y observando el partido desde el lado del espectador pudiste ver. Ser coherente con lo que realmente uno desea y las elecciones que uno realiza no será otra cosa que poder apostar por decisiones más sanas  con la vida. 

Eva Ventura Pinkasz (evaventur91@gmail.com)

Artículo publicado en el Diario Información