¿Cómo saber si mi hijo es hiperactivo?
José Ramón Ubieto
Vivimos en una época donde se esperan los resultados rápidos y falta paciencia para que se recorra el camino | Los niños se ven atrapados en esta dinámica
Los niños hiperactivos son uno de los signos de nuestra época y afecta a todas las edades.
Niños movidos y desatentos en relación a los aprendizajes ha habido siempre. La novedad ahora radica en la mentalidad contemporánea, ligada a la prisa y a una noción del tiempo que no contempla la espera ni la pausa necesaria para comprender qué hacemos o qué queremos hacer.
Por eso el aumento de niños diagnosticados de hiperactividad, y en muchos casos medicados con psicoestimulantes, no sería pensable sin esa idea tan actual de que hay que ir corriendo, sin parar, para poder evitarnos la pérdida del tiempo.
Así cultivamos la ilusión que sumando actividades extraescolares o extra laborales llenaremos todos los vacíos de nuestras vidas en un estado de apresuramiento tan aceptado socialmente en nuestra época.
El paradigma de internet
La hiperactividad – los niños con TDAH serían su marca “patológica” – es pues el signo de nuestra época. Nos habla de la sustitución de una noción del tiempo que incluía la espera y el medio plazo como momentos ineludibles en la consecución de objetivos, por un tiempo de lo instantáneo, del just in time (¡¡consíguelo ya!!), cuyo paradigma es Internet, donde los límites del espacio y del tiempo, coordenadas clásicas de la modernidad, desaparecen. Podemos estar en cualquier lugar y a cualquier momento.
En este nuevo territorio del multitasking el niño y el adolescente se hallan dispersos en múltiples tareas (iPod, ordenador, móvil, tv,..) como si corrieran desesperados para que nada se les escape.
Es por ello que la inquietud que presentan los niños en la escuela no es necesariamente signo de una enfermedad o de un problema grave. Un cierto nivel de agitación está presente en muchas situaciones reactivas a pérdidas o sufrimientos temporales. Es el caso de niños que han perdido a un familiar o que sus padres se han separado, y más si lo han hecho de malas maneras (violencia verbal o física). O niños que se han visto obligados a emigrar y dejar su país, su ciudad o su barrio con lo que eso conlleva de nueva adaptación al entorno nuevo.
Antes de emitir un diagnóstico conviene hablar con la escuela, tratar de entender qué nos quiere decir ese cuerpo que se agita”
También pasa en momentos vitales como el nacimiento de un hermano/a, problemas físicos (asma, operaciones,..) que requieren de un tempo de ajuste o por dificultades del propio centro escolar (ratio alta, docentes con problemas, clase problemática).
Por eso, antes de emitir un diagnóstico y prescribir un tratamiento (farmacológico o psicológico) conviene hablar con la escuela, conocer la evolución de esa inquietud, tratar de entender qué nos quiere decir ese cuerpo que se agita. Lo primero debe ser entonces la educación, la que puede proporcionar la escuela, adaptando algunos aprendizajes o métodos y la que deben proveer los padres estando atentos al malestar del hijo/a.
Cuando todo eso no funciona, es el momento de consultar a un profesional externo para que valore otros factores psicológicos y recomiende otras valoraciones (neurológicas o psiquiátricas si hay indicios serios) o bien aconseje una intervención complementaria a la educativa.
José Ramón Ubieto Pardo, psicólogo clínico y psicoanalista, miembro de la Escuela Lacaniana de Psicoanálisis y de la Asociación Mundial de Psicoanálisis
http://joseramonubieto.blogspot.com.es/
Noticia recuperada de La Vanguardia: http://www.lavanguardia.com/vida/20160330/40753291510/hiperactivo-hijos-psicologia-divan.html