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Un serio problema actual: el suicidio

Un serio problema actual: el suicidio

Es muy comentado y merece una investigación minuciosa, los efectos emocionales que ha producido y sigue produciendo la pandemia. Se atribuye a la misma, las causas de muchos estados críticos en el conjunto de las personas; se habla de los problemas en los vínculos familiares, del desencadenamiento de miedos, adicciones a la pantalla, dificultad de retomar las relaciones sociales, sentimientos descarnados de soledad, ansiedad, actos disruptivos, y así, innumerables sintomatología supuestamente vinculadas a este “encierro” o “limitaciones” por la situación derivada del coronavirus.

Efectivamente, la llegada de la pandemia y sus derivados, se pueden entender como un acto de ruptura, en el sentido que cierto orden establecido, cierta realidad cotidiana de pronto, se ha visto mermada, paralizada y  un cambio de estatuto se ha producido.

Se introdujo por tanto cierta discontinuidad en nuestras vidas y cada uno ha necesitado un tiempo para adaptarse. Esto implica, una puesta en acto de los recursos emocionales que cada ser humano tiene y que debe anticipar para hacer de esta nueva realidad, un estado menos traumático ; un intento por reacomodar los nuevos elementos para poder encontrarnos mejor.

Si bien esta ruptura producida por un hecho externo a nosotros,  ha tenido y tiene sus efectos, considero importante destacar que no podemos atribuirle toda la responsabilidad de las dificultades, con las que hoy nos encontramos en la salud mental.

Porque este acontecimiento de orden externo no puede eclipsar, otros elementos que son de orden interno a cada sujeto en particular. Es decir, para que un acontecimiento exterior, sea cual fuera, produzca un verdadero desajuste emocional, al punto de establecer una ruptura emocional de orden extrema, tiene que haber habido condiciones previas de ese sujeto para que el hecho en sí, produzca consecuencias devastadoras.

Quiero decir con ello, que comúnmente se piensa que cualquier hecho  llamado comúnmente traumático  se debe a un acontecimiento exterior, que conmociona al individuo, y que altera el orden psíquico en el que he ha vivido hasta ese momento,  sin embargo, el ingrediente fundamental lo establece aspectos emocionales que ya venían estando ahí, y encontraron por ejemplo con la pandemia, la vía regía de hacerse verdaderamente problemáticos para el sujeto.

De ahí lo que podemos llamar “urgencia subjetiva”, donde se produce una fractura interna del orden establecido, de la relación que se tenía hasta entonces con el mundo, produciéndose un altísimo grado de angustia, porque el sujeto queda confrontado a un vacío donde ya nada le sirve, produciéndose cierto sentimiento de caída.

La consecuencia de ello es múltiple, estados depresivos, crisis de ansiedad graves, estados de inhibición profundos, ataques de pánico, etc. 

Pero  en el marco de la problemática de la salud mental, quisiera destacar un elemento fundamental, que muchas veces no se tiene en cuenta. Es un fenómeno, si podríamos llamarlo así, que aparece como desenlace de un conflicto psíquico o estado pasional que produce mucha turbación y angustia, cuya salida toma muchas veces el cause de respuestas de tipo disruptivas, infringiendo violencia hacia otros o hacia sí mismo. Los actos suicidas generalmente parecen enmarcarse en este tipo de respuestas. 

Son actos que evocan una ruptura extrema , una ruptura con la personalidad, con la palabra, con el lazo social y donde su llamada de auxilio, generalmente queda clausurada y por eso la familia, o personas cercanas no logran saberlo.

De ello podemos decir que la causa de un suicidio normalmente no es externa, sino fundamentalmente interna y no debemos buscarla tanto en motivos presentes como por ejemplo, un fracaso amoroso, la pérdida de un ser querido, la falta de trabajo, etc… estas razones, podrían ser la gota que colmaría el vaso, pero hay que decir que ese vaso estaba a punto de desbordarse porque se estaba produciendo allí, un estado de desazón muy grave, muy profundo.

Se ha escuchado con frecuencia manifestar que la pandemia ha producido suicidios; diría  más bien que los ha facilitado. Pero por sobre todo añadiría, que esta sociedad en la que vivimos, más allá de la situación actual, va encaminada también a favorecerlos, ya que es proclive a las rupturas  en todos los sentidos, y básicamente de los lazos sociales en favor de un excesivo amor a la pantalla, excluidos del amor a los otros, del encuentro y el buen intercambio.

Tal vez este momento sirva para reflexionar, en como se encuentran nuestros seres queridos, y quizás ofrecer acogimiento, antes quizás de que aparezcan signos, a veces casi imperceptibles, de ruptura emocional.

 

Ruth Pinkasz (rdpinkasz@gmail.com)

Artículo publicado en el Diario Información. 

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