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Trastornos de la conducta alimentaria:»Gordofóbicos»

Trastornos de la conducta alimentaria:»Gordofóbicos»

“Soy gordofóbica” sentenció una paciente en una de nuestras sesiones. La recibo aproximadamente hace tres años y todavía quedan restos de un trastorno alimentario reciente. La llegada del verano la amenaza, vive con el miedo de tener que llevar prendas donde tenga que mostrar su cuerpo. 

A pesar de los continuos cambios sociales, muchos jóvenes siguen sumisos ante los cánones de belleza estipulados. Envidian las figuras esbeltas que no esconden ningún ápice de grasa. Sufren ante la idea de las calorías ingeridas y el no poder quemarlas de forma inmediata. O mejor dicho, prefieren no comerlas y así por lo menos poder mantener a raya su cuerpo. Aquello de lo que se hacen dueños y señores, con un control tan estricto que escapa a todo tipo de racionalidad. 

El trastorno alimentario aparece como síntoma social, donde se puede afirmar tal como indicaba Freud que la relación del hombre con la comida no es una relación natural. Por supuesto, que el ser humano debe alimentarse para adquirir los nutrientes necesarios y así subsistir. Pero el comer implica más allá de lo puramente nutritivo. La relación del hombre con el alimento será una relación de alguna medida “perturbada”, siendo lo perturbante aquello que concierne a la relación del sujeto con el otro en el campo de los excesos y las idiosincrasias alimentarias.

Partimos de la existencia de una ley basada en la comensalidad. Se ha generado una estructura social en torno a esta acción. Se estipulan normas sociales implícitas; desde las comidas en casa de la abuela, las reglas del buen comensal en las reuniones sociales, hasta el asiento que nos corresponde en la mesa… Esta ley de carácter simbólico, implica que la relación con la comida da lugar a dos cuestiones fundamentales. La primera consistirá en que la relación con la comida implica una relación con el otro. Y la segunda, hará referencia a que dicha relación con la comida y con el otro vendrá reglamentada por un Otro subjetivo y normativo. 

Por tanto es interesante retomar, que los síntomas de las patologías alimentarias tienen un carácter abstracto. En la clínica, vemos una pluralidad diferenciada relacionadas con estos síntomas, cuya función es diferente. Siempre con una cualidad inconsciente una anoréxica no solo dejará de comer por una dismorfia corporal, sino por aquello que esconde detrás de ella. Por ejemplo, una cosa es no comer porque es la única manera que mis padres me vean y me escuchen; otra cosa es dejar de comer porque tengo la certidumbre que los otros me envenenan o me contaminan la comida. En el primer caso, el rechazo de la comida es una demanda inconsciente para se acerquen al sujeto; en el segundo, una defensa respecto a la invasión de un otro amenazante. 

En los trastornos alimentarios aparecerá por tanto algo del deseo desubicado que se refleja en forma de síntoma. Como dirá Domenico Cosenza “En el corazón de quien sufre de anorexia y bulimia hay un rechazo fundamental: rechaza porque ha sido rechazado a un nivel íntimo de su experiencia que él mismo no conoce”. El rechazo por tanto no vendrá marcado únicamente por la comida, sino también a todo lo vinculado con el lazo social, el encuentro con la sexualidad o el cuerpo como objeto de deseo… Los factores sociales determinan una epidemia del mundo contemporáneo pero las causas familiares y factores que pertenecen a la singularidad del sujeto serán el punto de partida ante el síntoma que acontece. 

 

Eva Ventura Pinkasz (evaventur91@gmail.com)

Artículo publicado en el Diario Información el 15/05/21

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