La libre determinación del sexo
Hace unos días se hizo polémica el borrador de la ley respecto a la transexualidad. Los diferentes grupos que conforman el gobierno no se han puesto de acuerdo en como trasladar lo que ya es prácticamente un hecho; la libre determinación del sexo, con por otro lado, su desplazamiento al ordenamiento jurídico.
Efectivamente, toda ley es genérica por norma, aunque se utilicen apartados destinados a contemplar lo excepcional.
En lo que respecta a un tema tan delicado, encontramos la gran dificultad de trasladar dicha normativa a cuestiones de orden emocional, en el sentido de que existen diversas variables para pensar y tener en cuenta en las causas de esta elección sexual y también, en los modos tan plurales de como este cambio se puede manifestar y llevar adelante.
De ahí a como expresarlo a nivel legal comporta muchos quebraderos de cabeza.
Pero vayamos a una cuestión más general. Sabemos que es una característica del sujeto actual ir en contra de todo determinismo, y por supuesto cada vez es mas claro, en lo que respecta a toda orientación sexual.
Ya no se trata del binario hombre, mujer sino del deseo del sujeto de “autodesignarse”;por eso podemos señalar, que el sexo responde a la posibilidad de elección.
Eso se ve muy claro en la teoría Queer que rechaza de manera radical ser ubicados en alguna categoría o clasificación sexual. Toda persona puede elegir donde inscribirse, por supuesto más allá de nacer con un sexo u otro.
En la época de la globalización, resulta curioso que se rechace toda unificación; pero es que esta tendencia a la uniformidad a todos los niveles, lo que conduce es justamente al repudio absoluto de cualquier categorización. Cada uno quiere ser nombrado según su modo de goce y de presentarse en el mundo según le plazca.
Estamos ya hace tiempo fuera de la determinación biológica. Nacer biológicamente hombre o mujer no marca el destino sexual del ser humano, todo este proceso es mucho mas complejo.
Por ello conviene analizar las diferentes variantes emocionales que esto produce y que a veces no son, por decirlo rápidamente, de feliz elección.
El transexual o travesti podríamos decir, acepta el binario, se inscribe como hombre o mujer, más allá de su acontecer biológico.
Que se sienta contrariamente a su origen de nacimiento, no implica que reniegue de la posición tradicional. El o ella quiere ser admitido según su sentir y eso debe ser aceptado, guiado y acompañado.
Así encontramos sobre ello diferentes variables.
Es decir, vemos transexuales que no necesitan pasar por el quirófano para completar su determinación; otros incluso que no quieren el procedimiento hormonal, que tan solo con poder ser nombrados de acuerdo a su cambio de sexo, les basta para sentirse cómodos en su andar por la vida; otros por el contrario, necesitan completar el proceso con la operación de cambio de sexo.
Es cierto que todo proceso es complejo, el pasaje por las diferentes instancias médicas y psicológicas, en muchos casos, han sido vividos como una puesta a prueba permanente, de su elección, pero en otros casos, el buen acompañamiento sin la tendencia al control o al prejuicio y con la posibilidad de poder escuchar que le sucede al sujeto en cuestión, ha posibilitado otros caminos, o ha afianzado, de la buena manera la decisión inicial.
En tal caso, la precipitación en lo que atañe a como interpretar y entender lo que se juega en dicha elección no es buena compañera, merece abrir vías para posibilitar un tiempo de comprender y ese tiempo merece ser transitado de la mejor manera.
La tendencia a hacer de toda diversidad sexual una patología nos induce al error. Es una forma de inscripción en una categoría diagnostica y muy lejos estamos de ello; pero también hay que tener cuidado de judicializar todo proceso.
La posibilidad de establecer un encuadre de escucha es fundamental tanto para niños, adolescentes y adultos que planteen este proceso de cambio o también para quienes se interroguen respecto a como nombrase en tanto seres sexuados.
Se trata pues, de poder alojar que le sucede al sujeto, uno por uno, y qué de su sufrimiento obtura su forma de estar en la vida.
Efectivamente, no es igual para todos; y eso hay que respetarlo, saber escucharlo y poder hacerle un lugar. Este es el verdadero derecho ineludible.
Ruth Pinkasz (rdpinkasz@gmail.com)
Artículo publicado en el Diario Información el 13/02/21
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