¿Dónde están las mujeres trans? Alojar la diferencia.
Mientras escuchaba y leía los diferentes puntos de vista sobre la ley transgénero, en lugar de poder elucidar de que se trataba la polémica entre el movimiento feminista y el colectivo trans, iban apareciendo más dudas e interrogantes.
En primer lugar me encuentro con la posición biologicista. Posición que encuadra el cuerpo, el anatómico, como borde entre ambos colectivos. Cuerpo que no puede responder a las cuestiones del ser: ser hombre o mujer. Si bien la anatomía juega un papel preponderante es más bien, como resolvemos con él aquello que pertenece a nuestra propia inconsistencia mental como sujetos afectados por el lenguaje. No hay un programa instintual y natural en el ser humano que ofrezca los parámetros exactos en la sexualidad respondiendo a la pregunta sobre el ser: hombre o mujer. En la ausencia de este programa, cada uno se la arregla con aquello que lo habita en cuestiones de lo femenino y lo masculino. En este sentido, la posición biologicista, me parecía exageradamente estrecha y reduccionista para excusar aquello del rechazo que se planteaba en algunos sectores del feminismo. Se ha recorrido un largo camino, con grandes pensadoras desde el feminismo para acabar en que la anatomía es el destino.
En segundo lugar me he encontrado con una veta identitaria, muy sostenida por otro sector: Aquello de la identidad como “movimiento que lucha por la igualdad”. Debo reconocer que aquello de lo identitario no es de mi mayor agrado, porque en definitiva borra todas las diferencias posibles. Lo identitario, “soy tal o cual cosa”, obtura encontrar los modos singulares que tiene cada una precisamente para definir la vivencia de lo femenino. No hay Uno para todas… hay al modo de Jacques Lacan: “una mujer una por una”. Y por otra parte, efectivamente la lucha se dirige a la igualdad y es lo que estamos transitando en nuestros tiempos actuales. Tal vez ahora la pregunta sea a qué igualdad nos referimos, más allá de lo civil, político y jurídico para que esto no tapone a la pregunta qué es ser una mujer y como habita lo femenino en cada uno de los seres hablantes. La buena forma de la pregunta la ofrece bel hooks cuando se pregunta en los años 80 ¿Cuál es el sujeto del feminismo?.
Sin duda, este es otro momento, es otra la coyuntura que encuentra al movimiento feminista y que pone a prueba lo femenino que habita en él mientras se va más allá de lo igualitario. ¿No hay acaso algo del alojamiento que ha prestado el movimiento a todas aquellas mujeres que en determinado momento eran desecho o resto de la sociedad? ¿ No ha apuntado a ofrecerles un lugar, un alojamiento y se ha puesto a trabajar en ello? El alojamiento en muchas ocasiones fue el modo femenino, el vaivén entre los bordes sociales y la consistencia jurídica (derechos). Alojar es ofrecer un lugar posible en sus diferencias, en sus modos singulares de goce e incluso, según la Real Academia Española: es transitorio.
Tomaré la pregunta de Almudena Grandes en su último artículo “Dudas y certezas” del periódico El País: ¿Dónde están los hombres trans? Paul Preciado podría contestar esta pregunta en su informe dirigido al psicoanálisis, donde se instala desde una perspectiva patriarcal y con todas sus dificultades para ir “más allá del padre”. Ahí muchas veces reside la dificultad de encuentro con lo femenino.
En realidad me parece más interesante preguntarnos ¿dónde están las mujeres trans?. Y con esta pregunta me encontré con una serie actual muy interesante: “POSE”. La serie se desarrolla en la época de los 80, en el desarrollo de la liberación sexual. Los transexuales eran literalmente expulsados de sus hogares, quedando en situaciones de desamparo absoluto y en muchos casos obligados a ejercer la prostitución o comercializar con drogas. Es muy interesante las formas, singulares y particulares que cada una de ellas hace con lo femenino, con el cuerpo y en sus formas de hacer lazo con los otros. Es verdaderamente un discurso muy específico una a una, atravesado por sus vivencias esencialmente de rechazo. Pero lo que me ha llamado la atención es la función de alojamiento, la estructura de comunidad y familia que adquirieron en muchos casos. La función de la maternidad y la nominación de MADRE de una de ellas proporcionaba alojamiento a los restos de lo social de la época, al desamparo de la diferencia que se vivía en los años 80 marcada esencialmente por la aparición del sida.. Era muy enseñante escuchar las formas que adquiere lo femenino en este colectivo, pero sobre todo su función de alojar la diferencia de cada uno y una de quienes habitaban estas comunidades llamadas “CASAS”.
En este sentido, algun sector del feminismo podrá esgrimir que se trata de un problema de discriminación en el ámbito social. Y sin duda lo es. Pero nos estaría conduciendo nuevamente a una reflexión sobre lo jurídico, civil, y político. Fundamental en sí mismo pero no suficiente.
Es decir que, este momento coyuntural nos exhorta a reflexionar más allá: más allá del padre, más allá de la ley y lo igualitario, exhortando al movimiento sobre lo que lo habita en él, en tanto rechazo y en tanto dificultad de alojar la diferencia del otro. Para ir más allá del padre, tal vez sea momento de hablar de la función materna y lo singular de la construcción que implica ser mujer, regresando a la pregunta de hooks ¿Cuál es el sujeto del feminismo?
Excelente momento de reflexionar sin la necesidad de concluir.
Carolina Salinas (salinasjauregui0@gmail.com)
Artículo publicado el 13 de marzo de 2021 para el Diario Información
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