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Adolescentes: El futuro que compone el presente.

Adolescentes: El futuro que compone el presente.

Tengo una buena y una mala noticia:

La buena noticia es que la adolescencia tiene un tiempo, es una etapa y tiene un final. Una etapa que tiene características particulares en los tiempos actuales, en tanto “vivimos más” y la “edad” de la adolescencia se prolonga en el tiempo .La mala noticia es que, este tiempo que le pertenece al adolescente de una manera muy singular, también moviliza a la pareja parental.

Recientemente en un encuentro con padres y madres de adolescentes, donde se produce la buena conversación más allá del requerimiento del “manual para sobrevivir a un adolescente”, los participantes, comparten sus propias experiencias de adolescencia. Entre ellas encontramos: “la búsqueda de sí mismo”, “de que se trataba ser una jovencita/o”, “el recuerdo de odiar a mis padres” y la “importancia de los amigos”. Fue una experiencia magnífica en tanto situó las coordenadas de lo que sería luego desglosar los avatares de sus propios hijos adolescentes. Reflexionemos sobre estos testimonios tan precisos:

“Búsqueda de sí mismo”: Efectivamente la adolescencia plantea una cuestión acerca del ser y agrego, junto con una perspectiva donde se ponen en juego los ideales.Si pensamos la constitución del ser como un dibujo, la perspectiva introduce una nueva dimensión. Una tercera dimensión en una superficie plana de dos. O sea que en la composición del sujeto la perspectiva introduce una tercera dimensión. Philippe Lacadée llama a esta perspectiva “El punto desde donde”, es decir un punto de perspectiva necesaria para la arquitectura del ser, a partir del cual se ordena la lectura de la vida para el sujeto.Preguntar acerca de cómo se ven de mayores, pero no del lado parental excesivamente preocupado por el futuro de su hijo, apuesta a poner en juego “el punto desde donde”, o simplemente hacer un ejercicio de perspectiva. Una adolescente me decía recientemente “no sé porque mis padres piensan que terminaré debajo de un puente”, frase que ponía en juego en sesión su propia perspectiva, sus ideales, aquello que tiene que ver con el futuro pero que compone su presente, en tanto se planteaba continuar o no con sus estudios.

“De que se trataba ser un jovencito/a”: El cuerpo irrumpe en el adolescente produciendo una fractura en el cuerpo infantil, lo que causa extrañeza y lo convierte en un extranjero en sí mismo. Así es, extranjero de sí mismo: los patrones infantiles usados hasta aquí no prestan la misma solvencia como lo hacían hasta ahora. La sexualidad irrumpe a modo de empuje y remite a la ausencia de palabras, no hay decir, no hay palabra posible que pueda dar sentido a la experiencia de la irrupción pulsional. Lo mudo o las escasas palabras mejor dicho, porque si uno hace el ejercicio algo se escucha… pertenece al despertar sexual y su desorientación. Por otro lado, surge en los adultos una importante preocupación por la sexualidad de los adolescente, lo que los talleres de sexualidad intentan responder. Pero lo central no tiene que ver con una educación sexual, sino más bien en el encuentro con el “otro” en el sexo. No hay manuales ni protocolos que nos informen la manera de abordar al otro, cada uno tiene que arreglárselas de una manera singular. A veces los padres se preguntan porque quedan hipnotizados sus hijos frente a las pantallas, mientras con sus cascos escuchan las jugadas especializadas de determinados youtubers. La respuesta me la dió un adolescente: Porque mientras se observa la jugada, el youtuber comenta su fin de semana, sus actividades y su modo de hacer con las chicas. No tardó en venir a contarme que las chicas no respondían como comentaba el youtuber.

“Recuerdo odiar a mis padres”: La adolescencia es un tiempo de transición entre lo familiar y lo social. Un tiempo bisagra para entrar a la escena social, inventando su propia manera de hacerlo. Por ello la importancia de los amigos y de las “tribus” en estos momentos. El saber ya no está solamente del lado de los padres, se presenta inconsistente para explicar lo que les sucede y los ideales parentales vacilan. Esto deja fuera de juego a muchos padres que no logran encontrar el buen lugar en la nueva situación. Tal vez la buena manera de ese lugar parental, tiene que ver con Acompañar. Podríamos pensarlo entonces, que entre la series de NO que se dirigen hacia el adolescente intentando orientarlo en su errancia, podría aparecer un SI. Algo tiene que ser SI. Porque esa es la apuesta por el deseo de ese joven. Porque es un SÍ a su propia apuesta. Entonces, ¿por qué no pensar el buen lugar parental desde “Acompañar con algún SÍ?”

Retomemos nuestra buena y mala noticia: La buena noticia acerca del final de la etapa de la adolescencia coincide, entonces con el comienzo de un hombre o una mujer: es la pregunta solapada de la mayoría de los adolescente, de ¿qué se trata ser un hombre o una mujer?

La mala noticia, como decía, es que dicha etapa también inquieta o moviliza a la pareja parental, en tanto, también apunta al hombre y la mujer que se encuentra en la pareja porque el ansiado final de la adolescencia marcará un nuevo encuentro entre dos desconocidos. El futuro también compone nuestro presente.

Carolina Salinas

Artículo publicado en El Diario Información 19/04/2019

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